Biografía
Hija de un maestro de
escuela, con dieciséis años decidió dedicarse ella también a la enseñanza;
trabajó como profesora de secundaria en su país y como directora de escuela.
Como poetisa, Gabriela Mistral se dio a conocer en los Juegos Florales de Chile
en 1914 con Los
sonetos de la muerte, nacidos del dolor causado por el suicidio de su prometido, el
empleado ferroviario Romelio Ureta, a quien había conocido en 1906. Firmados ya
con el pseudónimo de Gabriela Mistral (formado a partir de dos autores
admirados, el italiano Gabriele D'Annunzio y el poeta provenzal Frédéric
Mistral), estos tres sonetos fueron incorporados en 1922 a una colección más
amplia de sus versos editada por el Instituto Hispánico de Nueva York bajo el
título de Desolación.
Ese mismo año dejó Chile para
trasladarse a México, a petición del gobierno de este país, con el fin de que
colaborara en la reforma de la educación iniciada por José Vasconcelos. En
México, Gabriela Mistral fundó la escuela que lleva su nombre y colaboró en la
organización de varias bibliotecas públicas, además de componer poemas para
niños (Rondas de niños, 1923) por encargo del
ministro de Instrucción Pública mexicano, y preparar textos didácticos como Lecturas para mujeres (1924).
Gabriela Mistral
Terminada su estancia en
México, viajó a Europa y a Estados Unidos, y en 1926 fue nombrada secretaria
del Instituto de Cooperación Intelectual de la Sociedad de Naciones.
Paralelamente, fue redactora de una revista de Bogotá, El Tiempo (sus artículos fueron recogidos
póstumamente en Recados:
contando a Chile, en 1957). Representó a Chile en un congreso universitario en
Madrid y pronunció en Estados Unidos una serie de conferencias sobre el
desarrollo cultural estadounidense (1930).
En 1945 Gabriela Mistral recibió el Premio Nobel de Literatura
(fue la primera concesión a una escritora en lengua española) y en 1951 el
Premio Nacional de Literatura de Chile. Siguió su carrera diplomática y con
ella sus numerosos viajes hasta su fallecimiento en Nueva York, en 1957. Por
deseo de la propia Mistral, sus restos fueron trasladados a Chile y fue
enterrada en Monte grande: dejaba tras de sí algunas obras inéditas, para su
publicación póstuma.
La poesía de Gabriela Mistral
De tendencia modernista en sus inicios, su poesía derivó hacia
un estilo personal, con un lenguaje coloquial y simple, de gran musicalidad, y
un simbolismo que conecta con una imaginería de tradición folclórica. En sus
obras expresó temas como el sufrimiento o la maternidad frustrada, así como inquietudes
religiosas y sociales que responden a su ideología cristiana y socialista.
Poetisa de acento genuino y entrañable, parte de su no muy abundante producción
está dedicada a los niños (fue maestra rural durante quince años), y tal vez
sea éste el aspecto más conocido y celebrado de su obra. Sin embargo, su
verdadera personalidad se revela, sincera, poderosa y conmovedora, en versos
por los que circula una intimidad dolorida y una ternura en busca de sus
propios cauces de manifestación.
La obra de Gabriela Mistral
pasó por distintas etapas; en un primer momento, con la publicación de Desolación (México, 1922), existe un fuerte
predomino del sentimiento sobre el pensamiento, a la vez que una cercanía muy
estrecha con lo religioso. Los temas que aparecen en este libro, bajo una
profunda reivindicación del retorno a valores de una trascendente
espiritualidad, giran en torno a la frustración amorosa, al dolor por la
pérdida, la muerte, la infidelidad, la maternidad y el amor filial, todo ello
envuelto en la reflexión adulta de la poetisa, que vivió el suicidio de su
amado como una pérdida irreparable.
Gabriela Mistral
Pese al lastre modernista, se
aprecian ya en este primer poemario manifestaciones de un lenguaje más
sencillo, particularmente patente en las canciones de cuna que contiene su
última sección. También en México publicó Lecturas
para mujeres (1923), una selección de prosas y versos de diversos autores
destinados al uso escolar a la que incorporó textos propios, algunos ya
incluidos en Desolación.
Las composiciones "para
niños" son el núcleo de su segundo libro, Ternura (1924), en el que se advierte la pureza
expresiva propia de aquella lírica humana y sencilla que convivió con las
vanguardias tras la liquidación del modernismo; una lírica generalmente
inspirada en la naturaleza y que de hecho fue también abordada por algunos
escritores vanguardistas, que con frecuencia conciliaron la experimentación con
su interés por la poesía popular. Dedicado a su madre y hermana, está dividido
en siete secciones: Canciones
de Cuna, Rondas, Jugarretas, Cuenta-Mundo, Casi Escolares, Cuento y Anejo.
Para el lector adulto, el conjunto viene a expresar la pérdida de la infancia,
que es restituida, en parte, a través del lenguaje.
Con Tala (1938), considerada una de sus obras más
importantes, Gabriela Mistral inauguró una línea de expresión neorrealista que
afirma valores del indigenismo, del americanismo y de las materias y esencias
fundamentales del mundo. En los sesenta y cuatro poemas de este libro se produce
una evolución temática y formal que será definitiva. Aunque en el arranque del
libro el poema "Nocturno de los tejedores viejos" sólo insinuaba un
renovado tratamiento fantástico, la sección Historias de loca esbozaba ya un nuevo acento que se
consolidará en las siguientes, Materias y América,
hasta alcanzar la plenitud de su expresión en la sección titulada Saudade,
donde se encuentran piezas memorables como "Todas íbamos a ser
reinas", en la que la poetisa rememora la infancia junto a sus tres
hermanas y evoca sus respectivos sueños, eternizados pese el paso del tiempo
mediante un lenguaje a la vez humorístico y mágico, teñido también por momentos
de un cierto tradicionalismo folclórico.
En Chile apareció su
siguiente colección de poemas, Lagar (1954), la última que publicó en vida. En
esta obra estarían presentes todas las muertes, las tristezas, las pérdidas y
el sentimiento de su propio fin. Un profunda originalidad convive con la carga
de tristeza y trascendencia que ya había impregnado parte de sus primeros
escritos, culminando una temática presidida por la resignación cristiana y el
encuentro con la naturaleza.
Póstumamente aparecieron el
poemario Poema de
Chile (1967),
un recorrido por la geografía, la naturaleza y las gentes de su país, y la
primera edición de sus Poesías
Completas (1970),
así como diversas antologías de sus versos y recopilaciones de sus cartas y
textos: Motivos
de San Francisco (1965),
serie de poemas en prosa dedicados al admirado pobrecito de Asís, y Cartas de Amor de Gabriela Mistral
(1978).
Atenta a los problemas de su
tiempo, en el género de los "Recados" (un tipo muy personal y
elaborado de artículo periodístico, recogidos en Recados: contando a Chile,
1957), Mistral analizó múltiples temas, como la condición de la mujer en América
Latina, la valoración del indigenismo, la educación de los pueblos americanos,
la necesidad de elevar la dignidad y condición social de los niños en el
continente, la religiosidad, el judaísmo y la maternidad. Sus ensayos
educacionales fueron reunidos en el libro Magisterio
y niño (1982).
Obras
v Sonetos de la Muerte (1914)
v Desolación (1922)
v Lecturas para mujeres (1923)
v Ternura (1924)
v Nubes blancas y breve
descripción de Chile (1934)
v Tala (1938)
v Todas íbamos a ser reinas
(1938)
v Antología (1941)
v Lagar (1954)
v Recados, contando a Chile
(1957)
v Poema de Chile (1967)
v Almácigo (2008)
v Niña errante (2009,
epistolario)
v Hijita querida (2011)
v Epistolario americano (2012,
correspondencia )
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